Desrealización y disociación 

Últimamente hemos aprendido lo graves que son la desrealización y la disociación. Nada parece real. Sabemos que es real, pero ¿lo es realmente? Las cosas son reales, sobre todo, mientras las tocamos o interactuamos con ellas (incluidas las personas), pero dejan de serlo en cuanto dejamos de interactuar o si nos quedamos demasiado tiempo sentados sobre algo. A veces queremos estirar la mano y tocar algo para convencernos de que es real, pero al mismo tiempo nos da miedo porque, ¿y si no lo es? ¿Y si nada de lo que nos rodea es real o no es como nosotros lo vemos? Y nuestra disociación es tan grave que ni siquiera pensamos en ella la mayor parte del tiempo. O no podemos pensar en ello. No podemos pensar, no podemos concentrarnos, no podemos entender nada. La mayor parte del tiempo, cuando te enfrentas, estás atrapado en una habitación con paredes oscuras y sin ventanas ni puertas. Un amigo me sugirió dibujar un círculo en la pared para salir, pero la tinta desapareció. Si intentamos mirar el mundo interior, todo lo que vemos es negrura. Si intentamos concentrarnos para ver más o algo parecido, sentimos que nos vamos a desmayar o que nuestros pensamientos se quedan a la deriva. Es como si algo nos impidiera activamente conseguir algo. Es frustrante. Y así es como estamos constantemente. Es sólo nada y vacío.