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Las emociones apestan

Odio sentir emociones, pero odio no sentirlas. Me siento rota y como si hubiera perdido algo que nunca recuperaré.

Ayer pasaron cosas y tuve un ataque de pánico. Lo odié. Odiaba no poder detener la respuesta traumática. Odiaba no poder controlar mis emociones. Odiaba sentir la necesidad de controlar mis emociones. Me odiaba a mí misma. Odiaba odiarme a mí misma. Odiaba a las personas que me inculcaron esa respuesta. Odiaba estar sola. Odiaba no querer estar sola. Odiaba querer estar sola. 

A los trece o catorce años ya había aprendido a reprimir mis emociones, a no mostrar lo que sentía. Incluso antes de eso, aprendí a reprimirlo todo hasta que ya no podía contenerlo más. De niña aprendí rápidamente a no esperar ningún apoyo emocional de mi padre. Parecía reservárselo únicamente a mi hermano. Mi hermano era torpe con las emociones y tenía muchas propias con las que lidiar. Mi hermana mostraba cada vez más su desagrado por querer estar cerca de mí y ser mi hermana mayor. 

Contaba con el apoyo emocional de mi madre, que, según estoy aprendiendo, era lamentablemente escaso. Recibía apoyo después de que las grandes emociones se hubieran calmado. Ya fuera rabia, frustración, dolor o tristeza, mamá me enviaba a mi habitación y luego entraba para consolarme y hablar conmigo cuando me había calmado un poco. Rara vez se sentaba conmigo cuando mis emociones eran más intensas. Me decía que me calmara o que no entendía lo que decía porque estaba llorando. Sinceramente, no recuerdo casi nada de lo que me dijo cuando me calmé. No recuerdo qué tipo de consejo me dio, aparte de "se burlan de ti porque reaccionas" cuando le conté que mis "amigos" me acosaban.

Así que lo reprimí todo, hasta que no pude más. Aprendí a no mostrar mis reacciones para que los matones se aburrieran y me dejaran en paz. Aprendí a aislarme cuando ya no podía contener mis emociones, aunque anhelaba que alguien estuviera a mi lado. Aprendí a no molestar a la gente con mis emociones. Aprendí que mis emociones eran una carga. Pero al intentar erradicar las emociones negativas, suprimí también cualquier otra emoción. Me convertí en un robot, una máquina sin sentimientos humanos. Algo roto e irreparable.

Hace unos diez años, por fin conocí a alguien que no veía mis emociones como una carga, como algo con lo que tenía que lidiar sola. Siempre les estaré agradecida por quedarse, por seguir quedándose. Hace 5-6 años conocí a mi marido, que también se sienta a mi lado mientras despotrico o lloro a mares.

En ese tiempo, muy poco ha cambiado con mi familia. Mi hermana está intentando ser más hermana mayor, pero eso no cambia el pasado, ni nuestra relación como adultos va a ser la misma que hubiera sido de niños. Mi padre sigue siendo igual de distante emocionalmente y mi madre sigue prefiriendo no lidiar con grandes emociones.

-quizás Becky (¿Rosa?)

[O he perdido el hilo o he cambiado de tema, porque no tengo ni idea de adónde iba esto ni me siento realmente vinculado a ello].

Respuestas

  1. Está bien tener emociones. Incluso está bien tener ataques de pánico. Está permitido. Puedes sentirte mal por todo ello. Pero, por debajo de todo, intenta recordar que eres una buena persona digna de amor; apuesto a que tu marido estaría de acuerdo 🙂 .

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