Querido Oculto: Será un largo camino 

Este es el comienzo de una serie de cartas que estoy escribiendo a la niña que fui. Es una superviviente de traumas superpuestos que se prolongaron durante años y no tenía palabras para describir su horror. 

Voy a publicar aquí algunas de estas cartas con la esperanza de que alguien se beneficie. 

Querido Oculto, 

¿Dónde estás? ¿Te fundiste en la barandilla que rodeaba el patio, fría como el hielo, fría como la muerte? 

¿Estás entretejido con la tela del viejo albornoz que te negaste a quitarte durante días? 

Yo solía ser tú. No lo recuerdo bien. Sé que recordarlo me dolerá insoportablemente, y no estoy preparada para ello. 

Sigues en ese camino maldito en el que decidimos dejarlo todo. Estás en las paredes naranjas veteadas de oro, recuerdos agriados. Sé que recorriste un camino bien gastado por la carretera que era todo nuestro mundo. Intentaste huir. Nunca lo conseguiste. 

Intentaste contarlo. El silencio te prohibió hablar. 

Cambiaste y cambiaste y cambiaste. Cuando estabas con amigos, eras risueño, burbujeante, ingenioso, sociable. Hasta que dejaste de serlo. Eras pequeña y tenías miedo y sufrías. Y entonces eras hielo y nada podía tocarte. Y todo el tiempo la voz rugía en tu cabeza. 

Estabas tan ridículamente hambrienta de afecto que empezaste a enroscar los dedos alrededor de las manos de las enfermeras que te sacaban sangre, de la esteticista que te depilaba los brazos, un reflejo de recién nacida, sólo para tener contacto. Te avergonzabas. No entendías por qué tus manos tenían mente propia y se aferraban involuntariamente a las de los demás. 

Querido oculto, lo siento de verdad. 

Lo siento porque la desesperación de aquellos años se abre como una herida y no sabes por qué. 

Siento no haber podido ayudarte.